DECLARACIÓN DE CÓRDOBA
Una cruel paradoja insiste con humillarnos a los hombres y mujeres que amamos la vida pública: la Argentina, un país inmensamente rico, resultó ser el hogar de familias inmensamente pobres. La democracia que los argentinos restauramos en 1983, vista desde este 2010, nos frustra tanto a nosotros, los radicales, los que creemos en el diálogo y el acuerdo, como a todos quienes vieron descender sus niveles de vida y la calidad de los servicios esenciales que debe prestar el Estado.
Contamos, sin embargo, y todavía, con un amplísimo consenso acerca de las virtudes de la vida democrática. Sin más demoras, la democracia política, y su hermoso ritual electoral, deben producir la democracia social. Porque son las condiciones económicas las que definen las características del orden social. Y una democracia que tolera la exclusión de una parte del pueblo, deja de ser la democracia por la que vale la pena la entrega generosa del que representa y también la del que es representado.
El gobierno nacional actual encarna un populismo conservador de matiz autoritario que no reconoce límites legales y concibe las instituciones como obstáculos que hay que evitar. Concentra y personaliza el poder e interpreta cada crítica como un acto de agresión. Divide el mundo entre amigos y enemigos y supone que dialogar es mostrar debilidad. Por su propia naturaleza, carece de capacidad para organizar el futuro, porque cualquier proyecto que dependa de personalismos autoritarios, es frágil e inestable.
Y esto no sería solo malo, sino hubiera algo peor: el gobierno es rehén de una matriz productiva que no mejora la calidad de vida de las mayorías. El crecimiento económico es un ingrediente necesario pero no suficiente para reducir la pobreza. La sociedad necesita igualdad y desarrollo. Si no, no será posible vivir en paz y seguridad. La pobreza no es algo normal, es algo inmoral.
Ante un cuadro así, un desafío mayor es la construcción de la confianza. En la democracia del diálogo los liderazgos de calidad no se construyen con publicidad, ni aparatos, ni dinero, ni apoyos corporativos; sino en base a confianza, diálogo y construcción de grandes acuerdos estratégicos. Seremos gobierno el año que viene porque el pueblo confiará en nosotros. Confiará porque no dejaremos dudas. Y porque cumpliremos con el mandato electoral. Con el radicalismo y las fuerzas que nos acompañen en el 2011 no dejaremos ni un argentino atrás. Si la Argentina crece, pues entonces: crecemos todos. Y aun a quienes no nos voten, también les corresponderá el progreso y el crecimiento. Y todos podrán confiar en algo más, podrán ir a dormir cada día con la certeza de que no los perseguiremos, no los hostigaremos, no falsificaremos la información pública, no pincharemos teléfonos, no nos enriqueceremos.
Estas son algunas de nuestras convicciones que pensamos como para no ir dejando dudas.
Vamos por la igualdad. Porque un estado democrático tiene una obligación: actuar con igual respeto y consideración por todas las personas.
Vamos contra las desigualdades políticas, contra toda forma de discriminación o persecución, porque jamás aceptaremos la idea perversa de que un proyecto progresista precisa restringir la libertad de prensa, falsear la información pública, amenazar con el uso de la violencia, abusar del poder o corromperse.
Vamos a terminar con las desigualdades que sufren las mujeres en el trabajo, en la familia y en la esfera pública. Todas las áreas de nuestro gobierno tomarán en cuenta el impacto de las políticas públicas respecto de los derechos de las mujeres.
Vamos contra las desigualdades de cuna, contra la lotería social que condena a millones de compatriotas a vivir con menos educación, con menos seguridad, con menos salud, por el simple hecho, completamente involuntario, de haber nacido en un hogar pobre.
Trabajamos contra las desigualdades económicas, porque la brecha de ingresos y bienestar perpetúa la injusticia, destruye los lazos comunitarios y degrada nuestra cultura. La exclusión y la marginalidad son causas determinantes del nivel de inseguridad que condiciona la vida de todos los argentinos. La desigualdad grosera y agraviante favorece la violencia y quienes se sienten afuera del sistema por generaciones sucesivas no tienen ningún motivo para cumplir las leyes y respetar la vida y la propiedad de quienes viven una realidad mejor.
El delito profesional sí debe combatirse, con buena policía, buen sistema carcelario y buenos jueces. Pero el delito que nace de la pobreza –y que victimiza, en primer lugar, a los pobres- solo se soluciona con políticas sostenidas de integración social.
El Estado no puede resolver todos los problemas, pero queda claro que su ausencia los agrava. La acción estatal debe alentar la movilización de recursos privados para la inversión en investigación y desarrollo, el aprovechamiento integral de la dinámica expansiva del mercado y la organización de cadenas de valor. Nuestro país produce conocimiento científico de excelencia. Pero precisamos un sistema eficaz para que el sector productivo nacional pueda incorporar la producción científica argentina al proceso productivo.
El Estado debe definir, diseñar y aplicar una política demográfica, migratoria y de planificación territorial que preserve la apertura “hacia todos los hombres del mundo” y al mismo tiempo, procure la adecuada ocupación del espacio nacional, amortiguando la tendencia a la urbanización indiscriminada y no planificada que provoca la superpoblación de las ciudades.
Debe hacerse una revisión de nuestra matriz productiva tendiente a democratizar nuestra organización económica, desandar el alarmante proceso de concentración y la pérdida de nuestra capacidad estratégica sobre sectores productivos básicos, iniciados en los noventa y continuado hasta ahora.
El fortalecimiento de las capacidades técnicas y financieras del Estado es condición necesaria para la profundización de su gestión en el campo social. La planificación participativa, la inversión pública en todas las áreas deben pensarse y organizarse en función de la igualdad, sabiendo que el trabajo es el primer factor de igualación y equidad. En el mismo sentido deben utilizarse los instrumentos de política económica.
La inserción en los mercados internacionales es una condición de sustentabilidad de todo programa de desarrollo.
La educación es el sector donde el abandono alcanza niveles colosales. La crisis de la escuela pública compromete el porvenir de generaciones enteras, porque impide concretar la función incluyente del conocimiento que sirve para la libertad, para el crecimiento personal, pero también como aporte imprescindible para la creación de progreso.
La decadencia de la enseñanza provista por el Estado agrede el más elemental sentido de justicia social, porque excluye a tantos, en una etapa en la que la comprensión y el manejo de la tecnología es un factor sustancial para mejorar la calidad de vida e impulsar el desarrollo económico.
Vamos a recuperar capacidad de decisión sobre nuestros recursos naturales estratégicos.
Debemos poner fin a la desigualdad entre generaciones. Una ley básica de la vida en sociedad es que debemos dejar a nuestros hijos y nietos un mundo mejor que el que recibimos de nuestros abuelos y padres. Pero nuestra generación viola esta ley y amenaza la subsistencia de las generaciones futuras. Para disfrutar de un ambiente sano, debemos pensar hoy en los efectos a 50 o 70 años de distintas prácticas y políticas públicas.
El Morena en la Unión Cívica Radical El Morena nace para conducir al Partido a las elecciones del 2011, para ser gobierno interpretando a las mayorías y para servir al país. Para ello impulsa un Programa, promueve el recambio generacional y auspicia, de entre sus filas, al futuro Presidente de la Nación.Los partidos políticos recibieron de lleno el impacto producido por la desconfianza y se convirtieron en promotores de candidaturas individuales sin proyección nacional. Nuestra misión es consolidar para la UCR su condición de fuerza nacional y federal, garantizar su unidad de pensamiento y acción, impulsar la renovación de sus ideas, sus métodos y su dirigencia, y colaborar en el diseño de coincidencias de fondo con otras fuerzas políticas y sociales que garanticen las transformaciones de fondo que Argentina necesita. Vamos a fortalecer, ampliar y potenciar el Acuerdo Cívico y Social.
Con el Movimiento de Renovación Nacional queremos hacer del radicalismo la fuerza convocante de una gran causa nacional. Los hombres y mujeres del Morena han custodiado al Partido y evitado su dilución. Junto a ellos, nuestro candidato resistió la diáspora y la aviesa intención de cooptación por parte del gobierno, y hoy interpreta la aspiración del pueblo a un cambio progresista, igualitario y fraternal.
Tenemos para ofrecerle al país un partido de principios, un programa transformador y mujeres y hombres decididos a que la Argentina sea todo lo que puede ser.
Ciudad de Córdoba, 28 de Agosto de 2010